4 razones por las que la terapia familiar es necesaria en los tratamientos psicológicos infantiles

La participación activa del ámbito familiar en los procesos terapéuticos infantiles ha demostrado avances muy significativos. Este tipo de colaboración, que va más allá de recibir información actualizada sobre lo que el niño está trabajando, trata de vincular los objetivos del niño con las áreas de crecimiento tanto de los padres como de los hermanos.

He aquí algunas razones clave por las que incluir el tratamiento de un profesional que cuente con una formación completa contando con un Grand Master Psicología Clínica Infantojuvenil y Terapia Familiar en la terapia infantil puede producir un cambio más profundo y significativo.

1. Llegar a comprender cómo los síntomas del menor repercuten en el núcleo familiar

A menudo, los padres inician a su hijo en la terapia individual al notar emociones o comportamientos que están interfiriendo en la vida diaria del niño. Pueden ser grandes rabietas, preocupaciones constantes o síntomas de depresión que llevan al aislamiento. Sin embargo, es probable que existan factores más sutiles que también contribuyan cuando se trata de la familia.

La terapia familiar puede ayudar a explorar las dinámicas que contribuyen al ciclo. Por ejemplo, a menudo, cuando un niño presenta grandes comportamientos, podemos observar que la atención de los padres se centra casi exclusivamente en él. Esto puede generar una presión psicológica en los hermanos, sintiendo que deben mostrar ejemplaridad. También puede suponer una gran tensión en la relación de los progenitores y dando lugar a otros problemas familiares.

Lo que suele ocurrir es que el menor puede empezar a mostrar comportamientos aún más preocupantes. Sin embargo, estas cuestiones complejas no pueden ser abordadas por el infante, sino que deben ser tratadas por todo el núcleo, el asesoramiento familiar puede ayudar a explorar las dinámicas que contribuyen a un ciclo insano.

2. La inclusión de todos los miembros de la familia puede reducir la actitud defensiva del niño

Ser capaz de demostrar la voluntad de explorar los cambios juntos puede enviar un poderoso mensaje de que la autoexploración y el crecimiento son seguros. A menudo, cuando los niños con dificultades emocionales entran en terapia, ya han interiorizado el mensaje negativo en ellos.

Incluir la terapia familiar en el programa de tratamiento del menor puede ayudar a que el paciente note que otros también experimentan emociones difíciles y tienen espacio para el crecimiento.

Igualmente, ofrece oportunidades a toda la familia de practicar la comunicación, sentirse en el mismo equipo y aumentar la flexibilidad. Estas sesiones a menudo pueden resultar divertidas y atractivas para un niño que está acostumbrado a sentir la presión de abordar únicamente sus propios problemas.

3. Reconocer sus propias barreras

Aunque nada de lo que se hace es la causa de los síntomas de un hijo, explorar mejor las propias luchas emocionales puede ser esencial para abordar los comportamientos del menor. Cuando el niño se pone ansioso, ¿se siente como un mal padre? Cuando establece un límite que encuentra resistencia, ¿le cuesta mantener la calma? ¿Te preocupa que estés haciendo algunas de las mismas acciones poco eficaces que hicieron tus progenitores? Todo esto es habitual, pero si no se aborda, puede impedir que se produzcan cambios.

Saber cómo separar las luchas emocionales propias de los padres de las luchas de su hijo, le ayudará a sentirse más seguro y con más propósito en cómo ayudar al niño.

4. Todos tienen un papel en el cambio

Utilizar la terapia familiar como componente del tratamiento de un hijo puede ayudar a todos los miembros del hogar a entender el papel en la creación del cambio.

 Crear objetivos familiares, como tener un tarro de gratitud, tomar descansos cuando algunos de los familiares se frustran, o hacer acciones amables de manera improvisada, tiene muchos beneficios.

En primer lugar, el menor que está en terapia no siente que es el único que necesita trabajar en estas técnicas.

En segundo lugar, les da a los progenitores, un enfoque continuo y la intención de incorporar estos aspectos en el día de su hogar.

En tercer lugar, le da la sensación de estar marcando la pauta como padres. Y lo hace modelando lo que espera ver del hijo. Es mucho más probable que este enfoque genere un cambio profundo en la familia que centrarse únicamente en los objetivos del niño.

Además, estos objetivos familiares deben centrarse en comportamientos positivos, como mantener una buena actitud cuando algo no sale como uno quiere, o ser útil en la casa. Encontrar formas de resaltar lo positivo puede ayudar a disminuir los comportamientos negativos y mejorar la confianza en sí mismo.

Conclusión

En resumen, trabajar en familia es esencial para ayudar a un niño que tiene problemas emocionales. El menor puede seguir necesitando objetivos individuales y atención para ayudar a afrontar sus propios problemas. Pero situar estos objetivos en el contexto del crecimiento de todo el hogar puede ayudar a limitar la presión y fomentar el progreso.

Encontrar metas divertidas, atractivas y significativas para trabajar juntos ayuda a fortalecer la conexión y es un paso hacia la creación de un cambio significativo, creando un cambio profundo no solo para su hijo, sino para toda la familia.