Pornografía, estereotipos y género

La pornografía está presente en la sociedad actual. Basta pasar frente a puestos de diarios y revistas o visitar buscadores de internet para encontrarnos con sus estímulos visuales. Ayudado por las nuevas tecnologías, aliado del fácil acceso y el anonimato del mundo virtual, el consumo pornográfico en la web se volvió muy popular, llegando a haber dos paginas pornográficas dentro de las 10 paginas web más visitadas del planeta, detras de google, youtube y facebook.

Esa curiosidad en relación a la pornografía está inserto en un interés general respecto a la sexualidad. Pero el cine XXX exhibe y difunde patrones de comportamiento de dominación hacia la mujer por parte de sus compañeros varones. Esto se debe a una trama narrativa marcadamente articulada para el placer masculino.

El cine no es solamente una industria del entretenimiento. Constituye además una poderosa maquinaria para construir realidades. El espejo del porno no es neutral. En sus escenas se configura un modelo de belleza que va mas allá de un cuerpo físico voluminoso sino de roles y funciones.

En este artículo, abordaremos aspectos relacionados al papel educativo del porno, su rol difusor de estereotipos eróticos fálicos y del lugar de la mujer, la violencia hacia la mujer y el cuerpo femenino. Acompañanos para entender más sobre esta problemática.

La pornografía y su papel “educativo”

La Organización Mundial de la Salud define a la sexualidad como “un aspecto central del ser humano a lo largo de la vida. (…) Es vivida y expresada en pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, papeles y relaciones interpersonales”

En nuestros días, los adolescentes viven en un mundo hipersexualizado. A través de los diferentes medios de comunicación podemos observar un alto índice de contenido pornográfico.  En muchos casos, esta exposición busca la desensibilización ante las diversas escenas. Tomemos como ejemplo a la publicidad, las letras de canciones, películas, etc.

Tan fuerte es su presencia, que la pornografía interviene en la regulación y desarrollo de las prácticas eróticas en los distintos géneros. En un estudio denominado “Placeres a la carta”, el investigador Carlos Figari formula la hipótesis de que la pornografía cumple un papel educativo, principalmente en adolescentes varones. “Marcando concomitantemente las posiciones diferenciadas de los géneros, regulando el gusto e, incluso, de alguna manera, fijando determinados modelos erógenos”.

La pornografía ha tenido gran influencia en el plano psicológico de la sociedad. Afecta especialmente a los adolescentes, quienes desean repetir ciertos patrones de conducta vistos en el porno.  En Argentina es reciente la ley que regula la educación sexual integral en las escuelas, y muchas familias no tratan la sexualidad con sus hijos o lo manejan con términos violentos. Esto beneficia a que el consumo pornográfico sea tomado como una fuente de aprendizaje por los adolescentes.

Estereotipos de género en la pornografía

Los estudios consultados expresan que el porno puede definir como desarrollamos en forma perjudicial y limitadora las relaciones sexuales. La pornografía, parte de la formación sexual de los jóvenes, tiene un impacto negativo en la educación igualitaria.

El cine llamado XXX distorsiona el rol de hombre y mujer. Esto se debe a que le hace creer a la juventud que el hombre cumple un papel agresivo, mientras que la mujer tiene que ser sumisa. Enseña que la mujer es apenas un objeto sexual, y que su fin es complacer a su pareja.

Este fenómeno se ha profundizado en el siglo XXI. El porno sigue siendo misógino y en varios sentidos atenta contra la mujer. Un ejemplo de esto es que muchos adolescentes varones, en su primera experiencia sexual, solicitan a sus parejas repetir posiciones que ven en el porno. Creen que ellas son sus objetos sexuales, piensan que el hombre es el dominante y la mujer sumisa.

Analicemos ahora un caso de los videos de la web. Allí encontramos un escenario de un padrastro teniendo relaciones sexuales con su hijastra. El título es “Padrastro que se folla a su hija y a sus amigas”. El título, de por sí, expresa  un tipo de relación sexual basado en la jerarquía de poder.

Esta escena, común dentro de los sitios XXX, da un mensaje sobre la sexualidad de los hombres y de la posición de las mujeres frente a esta. Un imaginario donde los hombres pueden romper cualquier barrera, porque su deseo sexual es una necesidad que tiene todo el derecho de cubrir y se normalizan aspectos violentos e incestuosos.

La mujer y la pornografía

Desde sus orígenes, el cine se ha basado principalmente en la representación del deseo. ¿Cómo lo ha hecho históricamente? A través de los cuerpos filmados. Esta industria se ha convertido en una de las mejores vías para materializar el deseo, “que por definición es siempre volátil y cambiante”, de acuerdo a Marta Segarra (2012). Este arte basado en imágenes favorece la exhibición del cuerpo y, de acuerdo a Freud, el cuerpo es la imagen privilegiada entre las que hacen surgir el deseo.

Ya desde sus primeras épocas, el cine ha jugado con el poder de sugestión del cuerpo. Su herramienta más poderosa en este sentido fue y es la carga erótica de la desnudez femenina. Las películas más antiguas usaban el «ojo de la cerradura», con una cámara que espiaba, desde el punto de vista del voyeur, a una mujer mientras se desnudaba en la soledad de su habitación.

Sin embargo, fue recién después del establecimiento de los códigos visuales del «cine clásico» cuando el deseo quedó, por su parte, codificado en una serie de imágenes que configuran –al igual que la literatura- ciertos estereotipos femeninos.

En la cultura visual de nuestros días, el cuerpo como estereotipo se exhibe en diferentes lugares, como es el caso de la televisión, el cine y las redes. Los medios saturan de publicidad nuestras retinas, para fijar cómo debe ser y estar el cuerpo para ser considerado hermoso. Los estereotipos se fijan además por una mirada machista, de dominación patriarcal.

El cuerpo deseado en la pornografía

El cuerpo es una construcción social, pero no es producida y en fijada en un solo tiempo. Esta construcción está en constante cambio, porque es un proceso temporal que responde a normas de acuerdo a contextos y a culturas.

Podemos aclarar entonces que el cuerpo, ya sea de la mujer o del hombre, responde a tiempos. Es un proceso que se transforma con respecto a una época, y a un pensamiento, en este caso al heterosexual, masculino. El hombre es quien designa cómo deber ser un cuerpo hermoso.

La construcción del cuerpo está atravesada entonces por una marcada dominación masculina. Este proceso simbólico legitima y naturaliza cómo hay que ser, es decir, ejerce una violencia simbólica.

El cuerpo femenino deseado en el ámbito de la pornografía no solo es el que está dentro del canon de belleza, sino es una mixtura entre estereotipos y fetiches. Decimos entonces que ya no solo se lo desea por ser hermoso, sino también por ser ansiado sexualmente. No importa aquí tener el cuerpo simétrico, pues destaca más una parte corporal que guste al observador de pornografía. Esa parte es filmada en escenas de larga duración, exhibiéndola en planos que resaltan el detalle.

En tales condiciones, la mujer deja de existir como sujeto y pasa a ser apenas una categoría en los sitios web pornográficos. El cuerpo pornográfico es otra forma de belleza y se lo construye como un mero objeto que provoque al observador. Es, en otras palabras, un cuerpo deseado.

Estereotipos de cuerpo femenino en la pornografía

La pornografía fortalece y divulga ciertos estereotipos del cuerpo femenino. Entre los principales que se encuentran son:

La mujer sumisa. Es la débil, aquella que protege a la familia con amor. Podemos decir que la virgen María es una representación de este estereotipo. La sumisa no puede expresar su sexualidad con libertad, tiene que ser reservada y ocultar lo que siente.

La mujer fatal. Es aquella que muestra una suerte de libertad, pero se convierte apenas en cuerpo. Se la observa como un personaje sexual, que puede controlar. La feme fatale es el punto de partida de otro estereotipo en la pornografía. La mujer como carne, como objeto sexual. Es sobre todo un cuerpo voluptuoso y exagerado, que configura la imagen de deseo.

Lolita. Toma a la mujer joven como un símbolo de belleza, incluso de perfección. Con el abandono del vello púbico comienza un nuevo estereotipo. De acuerdo a a partir de esta construcción se legitiman las relaciones pederastas ya que, según Oscullo  Yépez, “la pornografía y la publicidad como referentes y constructoras de realidades fortalecen la idea de la relación entre un adulto y un niño”.

La mujer joven es el sueño del hombre que impone así su dominio patriarcal sobre aquella niña virgen e ingenua que debe explorar su sexualidad. “Este carácter seductor asignado a las niñas es la pretendida justificación moral para la potencial violación de la que pudieran ser objeto, para que se diga sin más ni más: es por su culpa” (Oscullo Yépez, 2016).

La MILF o mujer madre. La pornografía toma a la mujer madre y la convierte en un fetiche, conocidas en esta industria como las MILF (sigla cuyas iniciales significa en inglés «Mother I´d like to fuck»). Ellas son representadas como mujeres triunfadoras, amas de casa con familia y deseadas por sus hijastros, amigos y empleados. El cuerpo de las MILF es exagerado.

La cosificación y la violencia hacia la mujer de esta industria.

La pornografía está escrita y destinada a los hombres y no para las mujeres. Los planos muestran constantemente una rutina sexual centrada en los genitales, en concreto,  el pene del hombre. Se deja de lado cualquier otra parte del cuerpo o juego sexual. El porno legitima así la heteronormatividad, con prácticas reducidas al pene y al hombre.

La trama narrativa exhibe las formas de posesión de las mujeres en diversos grados de sumisión y violencia. También se narra el orgasmo femenino condicionado al poder fálico masculino. El orgasmo masculino aparece a menudo fuera del cuerpo, se rocía a la mujer con semen. No figuran compañerismo, complicidad o un mínimo afecto en la pareja. Todo responde a una lógica de la eroticidad de lo masculino.

En todas las películas pornográficas vemos un final similar. Las escenas culminan cuando él quiere eyacular. Por el contrario, parece que ellas no necesitan llegar a este punto en sus relaciones sexuales, pues ninguna tiene orgasmos o eyacula. 

Fuentes

Figari,  Carlos Eduardo (2008): “Placeres a la carta: consumo de pornografía y constitución de géneros”;  La ventana. Revista de estudios de género, vol.3, N°27. Versión online:  http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-94362008000100007

Triviño Burbano, María Vanessa; Salvador Brito, Jeanneth Paquita (2019): “La pornografía y su incidencia en el desarrollo psicosexual de adolescentes”; Uniandes EPISTEME. Revista digital de Ciencia, Tecnología e Innovación. Versión online: http://45.238.216.13/ojs/index.php/EPISTEME/article/view/1306/654

Perovano Camargo Baumel, Cynthia; et al. (2019): “Actitudes de Jóvenes frente a la Pornografía y sus Consecuencias”; Psico-USF, vol.24, N°1. Versión Online: http://dx.doi.org/10.1590/1413-82712019240111 (en portugués).

EcuRed.Enciclopedia cubana. https://www.ecured.cu/Sexualidad

Oscullo Yépez, Diego David (2016): “ESTEREOTIPO Y FETICHISMO: la construcción del cuerpo femenino en la producción de cine pornográfico”. Universidad Central del Ecuador; Facultad de Comunicación Social. Versión online: http://www.dspace.uce.edu.ec/bitstream/25000/7098/1/T-UCE-0009-614.pdf

Segarra, Marta (2012): “Cuerpos y deseo en el cine de mujeres”; Centro de Estudios Avanzados; Universidad Nacional de Córdoba. Versión online: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-15682012000100011&lng=es&tlng=es