Vivimos una época de grandes cambios y revoluciones. De la mano de las teorías feministas, se comenzaron a deconstruir varios conceptos muy arraigados en la sociedad. Entre ellos, la idea del “amor romántico” y las relaciones monogámicas.
En este contexto, se plantea que la lógica del amor romántico monogámico supone prácticas de control, dependencia e incluso violencias emocionales y de género. Contra estas prácticas, el feminismo promueve el deseo de reivindicar la libertad de las mujeres, tanto sexual como emocionalmente.
Como vemos, se promueven vínculos desde la autonomía y la libertad, pero existe otro concepto esencial para hablar de relaciones: la responsabilidad. Entre los aportes más importantes del feminismo a las relaciones, se encuentran las ideas de cuidado y de responsabilidad emocional.
En este artículo, de Cales «Red de Psicólogos en Córdoba» en conjunto con Psicólogos Córdoba repasamos los aspectos más importantes del concepto “responsabilidad afectiva” y cuáles son las aplicaciones en los vínculos y relaciones modernas.
Feminismo y responsabilidad afectiva
Las tareas del cuidado han sido históricamente asuntos feminizados y, como tales, desvalorizados. Sin embargo, las luchas y teorías feministas resignificaron y reivindicaron el concepto de responsabilidad afectiva.
La responsabilidad afectiva se basa en el consenso, cuidado y diálogo sobre los sentimientos y emociones que surgen en una relación de cualquier naturaleza. Cuidar implica escuchar al otro y acompañarlo teniendo en cuenta sus emociones.
La reconocida socióloga e historiadora feminista Dora Barrancos reflexiona acerca de las relaciones afectivas y de la responsabilidad y el rol del feminismo:
“Hoy mismo ocurre que alargamos, que prolongamos los lazos; hemos fortalecido la idea del cuidado, de seguir protegiendo (…) En nuestras sociedades latinoamericanas, no podemos abandonar ese modelo, que no es el del mero “maternaje”, sino el de la afectividad profundamente ligada a un sentimiento de responsabilidad”
El feminismo deconstruye la idea del amor romántico, que se basa en relaciones de poder y prácticas muchas veces violentas, para construir nuevos vínculos desde el cuidado y el diálogo. Con el fin del amor romántico, se deja de lado los roles estereotipados y la idea de que solo pueden existir relaciones heterosexuales monogámicas, abriendo la puerta a diversas maneras de demostrar el amor y vincularse.
Origen del concepto responsabilidad afectiva
Si bien el feminismo retoma el concepto de responsabilidad afectiva y lo convalida, el origen del mismo surge en el marco de las reflexiones sobre el poliamor. Una de las versiones acerca de la historia del término lo ubica en los movimientos poliamorosos de la década del 80 en Estados Unidos.
Si bien la práctica del poliamor es mucho más antigua, en los años ochenta, se comienza a reflexionar acerca de la no monogamia vinculada a la psicología. En este marco, la psicóloga Deborah Anapol junto con autoras como Dossie Easton y Janet Hardy desarrollaron la idea de la “no monogamia ética”.
De esta manera, las intelectuales comienzan a plantear la necesidad de trazar los valores que debían primar en los vínculos no monogámos. En contra de la idea de que la comunidad poligámica no tiene valores, se desarrollan conceptos en torno a la responsabilidad en el manejo de los afectos.
Esta comunidad comienza a preguntarse acerca del respeto y cuidado de las emociones de los otros en un vínculo. Así, nacen los primeros esbozos de lo que luego se comenzará a llamar “responsabilidad afectiva”.
Responsabilidad afectiva y poliamor
Los modelos de relaciones hegemónicos tienen como base una lógica de posesividad, exclusividad, fidelidad y heteronormatividad. El poliamor, en cambio, se sitúa como una alternativa a aquellos modelos.
Puede entenderse como una filosofía y práctica de vida que consiste en amar a varias personas simultáneamente de manera consensuada. A su vez, estas relaciones implican una dinámica ética, no-posesiva y honesta.
Esta búsqueda por respetar los sentimientos propios y de los demás y de moverse en la relación cuidando los vínculos, implica un claro horizonte de responsabilidad afectiva. Estas prácticas implican cuidar cada una las relaciones que se establecen con los otros de una manera responsable y consciente.
Ghosting y responsabilidad emocional
Hoy, podemos decir que existen diversos tipos de vínculos amorosos y sexuales, cada uno con sus dinámicas y prácticas específicas. Puede tratarse de relaciones monogámicas estables, vínculos poliamorosos, relaciones esporádicas o solo sexuales —entre otras muchas.
A su vez, con Internet y las nuevas tecnologías también se modificaron las formas de comunicación y relación, ya que tenemos a nuestra disposición diversos canales. En este contexto, surge una práctica que dista mucho de la responsabilidad emocional.
El ghosting puede definirse como la finalización unilateral de una relación afectiva sin avisar ni dar explicaciones. La persona que corta el vínculo, lo hace evitando afrontar la instancia de ruptura, simplemente bloquea todo contacto con la pareja.
Este tipo de práctica deja en evidencia la falta de comunicación y de cuidado por el otro y sus sentimientos. Se rompe un vínculo simplemente desapareciendo —como un fantasma—, sin dar explicaciones ni demostrar interés ni preocupación por la otra u otras personas.
Probablemente, muchos de los que están leyendo alguna vez sufrieron, hicieron —o sufrieron e hicieron— estas prácticas. Lo importante es desnaturalizarlas, cuestionarlas y construir, a través del respeto y el cuidado por el otro, vínculos más sanos en adelante.
Responsabilidad afectiva en el amor
Como hemos visto, el amor no solo se encuentra en vínculos monogámicos y heterosexuales. Existen miles de maneras de amar que se extienden mucho más allá de la idea caduca de “la media naranja”.
Abandonar la idea del amor romántico implica dejar de idealizar al otro como el ser que solucionará todos mis problemas, cargando su figura de expectativas irreales. Un vínculo amoroso debe abandonar la lógica de estar en deuda con el otro o esperar que se comporte de una determinada manera que me convenga.
El concepto de responsabilidad afectiva se aplica en todas las relaciones. La base de estos vínculos son las emociones de los integrantes y la comunicación y el respeto de ellas. Cuidado, respeto, empatía, son conceptos que están directamente asociados a la responsabilidad emocional.
Un vínculo sano se construye desde el amar y aceptar al otro como es. Construyendo la relación desde el diálogo de las emociones, eligiendo, día a día, al otro. El amor para toda la vida no se puede garantizar, pero sí asumir la responsabilidad y el compromiso de respetar y cuidar las emociones propias y del otro.
Sobre el concepto
Si bien el concepto surge en los años ochenta, se trata de un término que recién en los últimos años comenzó a resignificarse y estudiarse en el marco de las teorías feministas. Por esta razón, cuando se habla de responsabilidad afectiva es importante tener en cuenta que se encuentra en constante desarrollo y reflexión.
No se trata de una idea acabada ni un concepto cerrado y por esta razón lo importante no es tomarlo como una verdad absoluta, sino pensarlo y debatirlo en las relaciones de cada uno. Desnaturalizar ciertas conductas y analizarlas en el marco del respeto hacia el otro, reflexionando sobre los alcances y limitaciones de nuestras acciones y las de los demás.
Fuentes
Angie Lorena Aldana Latón. De poliamor y otros demonios
Garrido Maturano. Afectividad, responsividad y responsabilidad
Joaquín Hernández González. Relaciones afectivas y los procesos de subjetivación
María Martín Sánchez. El género en la «violencia afectiva»